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Farmacología de la Secreción Traqueobronquial (Parte 2)

Este artículo es la continuación del posteo publicado hace algunos días atrás. El Área Científica del Colegio Farmacéutico de San Juan, junto a nuestro equipo de comunicación, prepararon un nuevo material con información de salud. En esta ocasión, la Farm. Daniela Kummel estuvo a cargo de la redacción del contenido.

El objetivo fundamental del empleo de fármacos modificadores de la secreción bronquial es el de facilitar su expulsión. Este objetivo parece justificado cuando las condiciones del proceso de secreción y transporte están alterados de manera que resulta difícil «arrancar» el esputo. Este puede ser el caso de las bronquitis crónicas, el asma bronquial, etc. Pero no está justificado en el caso de infecciones agudas bacterianas o víricas o en el caso de las bronquitis reactivas a sustancias irritantes en que el enfermo tiene una buena capacidad de vaciar espontáneamente su secreción traqueobronquial. En estos casos, los expectorantes no tienen mayor valor que un placebo.

Se entiende por mucolítico el fármaco que modifica las características fisicoquímicas de la secreción traqueobronquial de manera que la expectoración resulta más eficaz y cómoda. El expectorante activa la expulsión del esputo, bien porque aumenta su volumen hídrico o porque estimula el reflejo de la tos. El demulcente intenta «suavizar» la mucosa proporcionando una sensación subjetiva de alivio en caso de tos seca o irritante.

La secreción de las vías respiratorias tiene la finalidad de proteger la mucosa frente a la existencia de agentes infecciosos (bacterias o virus), frente a las partículas en suspensión en el aire inspirado (polvo, gases irritantes o alérgenos) y frente a las variaciones extremas de humedad y temperatura. El moco atrapa las partículas y las depura mediante un proceso coordinado entre los cilios, que se baten rítmicamente, y la capa de moco, que asciende. De esta manera, la secreción fluye de modo constante y, en condiciones normales, se deglute con carraspeo o sin él.
Para que el moco pueda atrapar las partículas y ascender contra la gravedad debe tener ciertas propiedades físicas; la más importante son las de viscosidad (resistencia al deslizamiento) y elasticidad (deformación con acumulación de energía liberable). La resultante de ambas o viscoelasticidad, condiciona la eficacia del transporte por tracción ciliar. Existen valores óptimos de viscoelasticidad, que naturalmente dependen de su composición química. La desviación de estos valores hacia arriba o hacia abajo, por cambios en la composición, redundará en la alteración del transporte, como ocurre con una serie de enfermedades de las vías respiratorias.

La viscoelasticidad de la secreción normal depende principalmente del contenido de agua y de las glucoproteínas o mucinas.
En la secreción patológica cambia la cantidad y la composición y, por lo tanto, sus propiedades viscoelásticas. Si la secreción aumenta mucho su viscosidad, puede ofrecer intensa resistencia al desplazamiento. Si la elasticidad disminuye demasiado, se pierde la energía que hace que el moco se retraiga, una vez estirado, y ascienda. Cuando hay infecciones y muerte celular (esputo purulento), aparecen componentes que incrementan notablemente la viscosidad de la secreción bronquial. En ausencia de infección (bronquitis crónica o asma), la secreción es abundante y rica en componentes que incrementan notablemente la viscoelasticidad.

La tos es un mecanismo que incrementa la depuración. Para que el flujo de aire propio del golpe de tos consiga desprender y expulsar el moco de la secreción es preciso, igualmente, que ésta tenga una consistencia y una elasticidad determinadas.

Dentro de los fármacos modificadores de la secreción se encuentran los productos azufrados como la N-acetilcisteina y la Carboximetilcisteina. Ambos producen una marcada acción mucolitica y la reducción de la viscosidad del esputo.

Otros productos altamente usados son la Bromhexina y uno de sus metabolitos activos que es el Ambroxol. Ambos poseen la acción mucolitica provocando la disminución de la viscosidad en las secreciones.

En un enfoque terapéutico general, podemos decir que los mucolíticos y expectorantes no son la mejor opción en las afecciones broncopulmonares infecciosas agudas, bacterianas o víricas. Es preciso asegurarse, en primer lugar, de utilizar las medidas primarias esenciales: hidratación abundante del enfermo, supresión del tabaco, tratamiento de la infección, ejercicios respiratorios y posturales. En cuanto a la medicación específica, ésta dependerá de cada caso y de las características de su secreción.

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